La búsqueda constante del hombre por
satisfacer cada vez mejor su necesidad de comunicación ha sido el
impulso que ha logrado la instauración en el mundo de instrumentos cada
día más poderosos y veloces en el proceso comunicativo.
Sólo
basta una retrospectiva para definir cómo el ser humano ha logrado
evolucionar sus formas de comunicación: Desde rudimentarios métodos como la escritura jeroglífica, pasando por la invención del alfabeto y del papel, dando un leve salto hasta la llegada de la imprenta, y apenas uno más para la aparición del teléfono, el cine, la radio y la
televisión. Todos estos instrumentos han sido ciertamente un avance en
las formas de comunicación del hombre y, prácticamente todos, han sido
posibles gracias a la tecnología, que a su vez ha sido el instrumento cuya evolución ha determinado el avance de la humanidad.
Desde siempre, el hombre ha tenido la necesidad de comunicarse con los demás, de expresar pensamientos, ideas, emociones;
de dejar huella de sí mismo. Así también se reconoce en el ser humano
la necesidad de buscar, de saber, de obtener información creada,
expresada y transmitida por otros.
La creación, búsqueda y obtención de información son pues acciones esenciales a la naturaleza humana.
Tal vez por eso los grandes saltos evolutivos de la humanidad tienen
como hito la instauración de algún nuevo instrumento de comunicación.
Una sociedad que quiera estar viviendo el pulso de la historia debe
estar compuesta por individuos que tengan ciertas competencias
requeridas por el entorno tecnológico.
Asimismo,
las instituciones deben crearse e identificarse con una función social
que use los medios tecnológicos. Por supuesto, que esto no implica el
abandono de una cultura, una historia y una tradición nacional o grupal
para recibir un estándar socio-cultural global (la idea del “estándar
global” proviene de la concepción de la globalización como
avasallamiento económico que no es la única definición útil de
globalización).
nashe
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